Cambio climático y escasez de alimentos
Fabiola Dapino es una ingeniera peruana ligada a los proyectos sociales con la cooperación internacional que nos planteó, en una conversación sostenida la semana pasada, un problema de tal gravedad que amenaza la vida misma en el conglomerado complejo y difícil en el que se han convertido nuestras ciudades hoy: el impacto del cambio climático en la disponibilidad de alimentos.
En concreto, nos estamos refiriendo a una problemática que tiene que ver con la alteración de los ciclos naturales de los cultivos y las crianzas, producto de las variaciones aceleradas de la temperatura global, lo cual ya viene afectando a los mercados de producción de alimentos en algunas regiones. Si aún seguimos preguntándonos qué relación tienen estos cambios con la vida misma en la ciudad o, en definitiva, en el mundo, aquí lo explicamos de manera simple:
Una de las actividades más sensibles al incremento de la temperatura global es la agricultura. ¿Cómo así?. El calentamiento global altera progresivamente los patrones climáticos en todas las regiones del orbe, de modo que las variaciones extremas de temperatura, las sequías, las lluvias torrenciales entre otros fenómenos extremos, vienen perturbando profundamente los ciclos agropecuarios, generando enormes pérdidas económicas a los pequeños agricultores, principalmente, el encarecimiento de los alimentos en algunas regiones y, por ende, la agudización de la escasez alimentaria.
Hoy en día, la ciencia ha demostrado con fundamentos sólidos que este fenómeno global, acelerado por la actividad humana, está adquiriendo dimensiones críticas. Sin embargo, ante tanta evidencia ¿por qué da la impresión de que no se toman las acciones necesarias?. Postulamos que, para ello, se requiere generar condiciones teóricamente simples pero cuya implementación es compleja:
- Diseminar una cultura global de adaptación al cambio climático, es decir, generar en la humanidad una conciencia colectiva e internalizar prácticas de aprovechamiento de los recursos naturales coherentes con la sostenibilidad. Ello implica cambiar los estilos de vida y los paradigmas de consumo, en otras palabras, la cultura actual en la que se basa la relación hombre-ambiente.
- Un proceso de adaptación técnico-económico a un modelo de desarrollo basado en la sostenibilidad. Quizás éste sea el aspecto más complejo, pues implica repensar seriamente el paradigma actual de reproducción social y económica de las sociedades contemporáneas.
Si bien los foros globales para discutir esta problemática (léase COP, ONU, etc) tienen alcances restringidos y sus acuerdos muchas veces carecen de efecto vinculante concreto, convirtiéndose generalmente en declaraciones tan pomposas como inútiles; debemos reconocer que están contribuyendo a cambiar aspectos concretos de la legislación y las políticas de los países. Estos cambios constituyen avances importantes, aún insuficientes por cierto, pero marcan el camino a seguir con el fin de evitar las consecuencias de una adaptación traumática frente al cambio climático que avanza irremediablemente. Salvo diferente opinión.